Tras la aprobación del fondo de recuperación europeo aprobado por la Comisión, en la que España recibirá 140.000 millones de euros para el periodo comprendido entre 2021-2026, la Administración está trabajando en diseñar la fórmula más adecuada para poder gestionar en tiempo record el montante total de la ayuda, de forma que se lleve a cabo una gestión eficiente y rápida para llevar la inversión al tejido empresarial e industrial español.
Por lo que sabemos, se está trabajando en un nuevo Real Decreto Ley que reducirá las principales barreras y aspectos legales, para una gestión más ágil y eficiente, siguiendo los principios de las directivas europeas de integridad, transparencia y rendición de cuentas.
Inspiradas por estos principios las empresas deben prepararse para tener una estructura económico-financiera, una estrategía y un posicionamiento, que les permitan solicitar y conseguir esas ayudas en cuanto estén disponibles.
No conocemos cual será el marco regulatorio del fondo de recuperación europeo, pero si conocemos como la administración ejecuta los grandes programas de ayudas y por lo tanto los parámetros que van a emplear para analizar y seleccionar proyectos.
Desde mi punto de vista y tal como estamos asesorando a empresas en IDR Consulting (www.idrconsulting.com), las áreas dónde las empresas deben trabajar son:
– Perspectiva económico-financiera.
Las empresas beneficiarias deben tener un nivel de solvencia, endeudamiento y fondos propios correcto, ya que, con independencia del formato de ayudas financiación / subvención, las empresas tendrán que cofinanciar una parte importante del proyecto.
En el caso de financiación, se requerirán garantías o avales y en el caso de subvenciones, se tendrá que adelantar la inversión o en caso contrario, aportar garantías / avales para recibir adelantos de la misma.
Esta perspectiva requiere un trabajo previo para adecuar la estructura financiera a los intereses de las entidades concedentes y somos conscientes que la situación vivida en la pandemia y en la actualidad, hace que se parta de una salud financiera más complicada de lo normal, por lo que se requiere un ejercicio minucioso y con visión global.
– Perspectiva innovación.
Los proyectos deberán tener un claro componente innovador y diferenciador, ya que la perspectiva de continuidad de las empresas y viabilidad del proyecto empresarial es esencial para que los fondos tengan éxito.
Para este fin, considero importante llevar a cabo un plan estratégico específico que permita conocer el punto de partida de la empresa y analizar oportunidades que puedan existir en el mercado, de tal forma que los proyectos que se subvencionen estén dirigidos a cubrir e implementar dichas oportunidades.
Este trabajo es necesario y permitirá a las empresas aprovechar las ayudas, como modelo de cambio y mejora de posicionamiento.
– Perspectiva de eficiencia y aplicación de fuentes alternativas de energía.
Todo proyecto que tenga un componente medioambiental o que afecte directamente a un consumo más eficiente de los recursos tendrá una mejor valoración, por lo que proponemos que dentro de los proyectos seamos capaces de diseñar una estrategía, en el que uno de los aspectos importantes sea implantar medias que logren optimizar los recursos energéticos.
– Perspectiva de mercado.
Las empresas beneficiarias debe disponer de capacidad comercial y de llegar al mercado de forma demostrable y válida., es decir, se va a requerir contratos de suministro o convenios de colaboración vigentes para demostrar la capacidad comercial de las empresas beneficiarias.
– Perspectiva de mejora de la competitividad.
Los proyectos deben mejorar la competitividad de las empresas, mediante medidas de digitalización, eficiencia operativa y reducción de costes, por lo que, otro de los ejes fundamentales es la definición de líneas estratégicas en las que las mejoras de la competitividad sean cuantificables y medibles.
– Perspectiva de empleo.
Todo proyecto debe generar puestos de trabajo directos, ya que el fin último de las ayudas europeas es la mejora de la empleabilidad.
– Efecto incentivador.
Es decir, el proyecto debe empezar con posterioridad a la solicitud de la ayuda y en algunos casos, como efecto positivo de la ayuda, aumentar la funcionalidad del producto / servicio, reducir el tiempo de ejecución, llevando a cabo el proyecto en un tiempo menor, etc…